Ponle palabras a la tristeza: el dolor que no habla susurra al corazón agobiado y le ordena romperse - William Shakespeare
martes, 26 de marzo de 2013
jueves, 21 de marzo de 2013
Omg
Últimamente mi
cabeza es un desastre y ya no sé ni qué pensar. Por un lado estás vos, el que
seguro va a leer esto en algún momento, el que estuvo siempre conmigo en estos últimos
ocho meses. Vos, el especial, con el que tengo toda una historia, el que no es ‘cualquiera’,
me enamoraste como nadie.
Y por otro lado
esta él, ese que pase lo que pase, cuando llega la hora de irnos a dormir, me
escucha, me consuela, y me hace saber que no soy la única que tiene que pasar
por todas estas cosas feas que hubo hace unos meses. Es el tipo de chico que me
enloquece, esos que parecen inalcanzables, imposibles, pero que tienen ese
punto débil que los hace dulces y sensibles. Y me encanta intentar encontrar
ese punto débil de todos los chicos como él.
Y he aquí la
pregunta del millón, esa que casi siempre tienen que responder las
protagonistas de una película de comedia romántica pero que nunca imaginé que
tenía que responder yo: ¿Me quedo con el chico bueno, romántico, con el príncipe
azul que me enamora… O me quedo con el difícil, el problemático, el chico malo
que me enloquece?
La palabra amor
ya la dejo a un lado, porque me da pánico enamorarme, porque no quiero terminar
mal, así venga el mismísimo Príncipe Azul de la Cenicienta a decirme
que nunca me va a lastimar. Porque sí, porque nada es para siempre, y porque
tengo solamente dieciséis años y no quiero desaprovechar esta época de mi vida.
Quiero salir, disfrutar con amigas, sin preocuparme por ningún chico ni ningún
otro problema, para eso ya tengo bastante con mi mamá y mi papá. Pero me es
inevitable no pensar en ellos dos, el primero porque lo amo, y el segundo
porque está conmigo día y noche.
Si supiera qué
hacer…
miércoles, 6 de marzo de 2013
domingo, 3 de marzo de 2013
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