domingo, 7 de abril de 2013

Tal vez los hechos escritos sean mucho más claros que los dichos


Okei, a aclarar las cosas. Voy a imaginar que nadie va a leer esto y desahogarme.
Cinco meses atrás, amaba a mi novio como a nadie, pero de verdad. Mil veces creí amar a alguien cuando en realidad era una simple obsesión, pero con él me di cuenta lo que es decir te amo, me hizo poner los pies en la tierra. Pero tres meses atrás, todo cambió. Mis papás se separaron, y de repente se me enfrió el corazón. Siempre fui así, cuando me pongo triste me hago chiquita, dejo de hablar con los demás, me encierro en mi pieza sin llorar ni pensar, porque de tantas lágrimas que me hicieron gastar algunos bobos, me quede sin ninguna para llorar la separación de mi familia. Cabe agregar que nunca me gustó llorar, me hace sentir mucho peor de lo que ya estaba.
Por supuesto que no fue lo mismo que cuando me peleo con un amigo o cuando un siome me hace llorar. Es decir, toda mi vida cambió, todo lo que siempre estuvo ahí, mi mamá y mi papá en casa, mis cosas en un solo lugar, mi vida común y corriente, todo se había ido. ¿Cómo no va a repercutir en todos los aspectos de mi vida? Decir que me congelé emocionalmente es poco, tenía miedo de sentir amor, y no solo por terminar como mis papás, sino que fue más bien como una decepción, la convicción de que el amor es para siempre no quiero ni pensar en dónde quedó, porque la prueba perfecta del 'por y para siempre', para toda persona, es el ejemplo de los propios padres.
A todo esto sumémosle un padrastro y cuatro lindos hermanastros. ¿QUÉ? Los cinco tiernos integrantes nuevos de la familia me cayeron como una tonelada, porque si en el fondo había una pequeñísima esperanza de que mi mamá y mi papá volvieran, la familia nueva la destruyó por completo. Yo lo negaba, pero en el subconciente me convencía que todo esto del divorcio era algo temporal y que todo volvería a la normalidad, solo era cuestión de tiempo. Pero mi mamá está con alguien más, alguien que la trata bien, y no va a volver nunca más con mi papá, y tengo que tener eso claro. Al tener miedo de sentir algo por alguien, empecé a tener miedo de mi novio. O más bien de mi misma, tenía miedo de lastimarlo.Un día me sorprendí quejándome de tener que viajar hasta su casa. Realmente me shockeó, es decir, hacía 7 meses que viajaba 80 minutos prácticamente diarios y jamás me molestó, pero ahora, de repente, sí. Me empecé a cuestionar qué quería para mi vida, porque me di cuenta que una relación no era justamente la manera en la que quería vivir el presente, al menos no con mi novio, porque además de que yo suelo ser el tipo de chica a la que el amor no dura mucho y termina por aburrirse, la relación se estaba volviendo agobiante.
Creo que el detonante de la ruptura fue una discusión, en la que le pedí un tiempo, sin encontrar otras palabras para explicarle el porqué. Y acá presten atención porque los siguientes dos días van a ser realmente difíciles de explicar.
Llegué a casa de mamá sin lágrimas en los ojos, después de haber terminado temporalmente con el chico que estuvo conmigo los últimos ocho meses. Le anuncié lo que había pasado sin dar muchos detalles y la note totalmente extrañada, no es normal que una adolescente termine con el novio y llegue a casa como si nada hubiera pasado. No lloraba, pero en el fondo quería gritar, llorar, me preguntaba porqué mis sentimientos son tan complicados. Mi padrastro, que para todo tiene un sexto sentido, notó que por dentro estaba teniendo una guerra conmigo misma, e hizo una llamada. Bendita llamada, que tantos problemas me trajo. El que recibió esa llamada era su hijo mayor, de mi misma edad, y lo que escuchó fue que su hermanastra preferida necesitaba un abrazo y un consuelo suyo porque el novio la había dejado. Nada más lejos que la realidad, pero aún así agarró sus cosas y vino a casa lo más rápido que pudo. Creo que nunca en su vida estuvo tan pendiente de mi como ese día, más allá de que hacía un mes éramos íntimos amigos. Me hablaba, me hizo un té, me abrazaba y no se cansaba de repetirme 'todo va a estar bien, vas a ver'. Cuando llegó la noche no pude contenerme y largué todo lo que sentía en lágrimas, y como habrán visto, sentía muchas cosas. Él, con toda la paciencia del mundo, se acostó a mi lado y me abrazó hasta que me calmé. Y no pregunten cómo, en ese estado, me di cuenta de lo bonito que es, porque esa es una pregunta que aún me hago a mi misma sin poder responderla. Al otro día el chico en cuestión estaba realmente raro, como si la noche pasada hubiera sido el mejor día de su vida. Nos habíamos quedado dormidos y amanecimos juntos, abrazados. Al despertar con su brazo alrededor mío sentí algo así como un '¿Qué pasó ayer?' desesperado, aunque realmente no había pasado nada, simplemente dormimos juntos. Obviamente que dormir con alguien no es cualquier cosa, y en todo el transcurso del día lo único que hice fue pensar en él, en qué quería de mi, y qué quería yo de él. Yo suelo, muy a menudo, pensar que alguien está interesado en mí aunque no lo esté, por lo que no le di importancia a la intuición femenina que me enloquecía diciéndome que mi casi hermano sentía algo por mí. Es decir, ¿qué clase de mente retorcida se fija en su hermanastra?
Cuando empezó todo me acuerdo estaba oscuro, la única luz que había era la del televisor, que en medio de tantos ruidos raros y sombras de nuestro querido visitante, el fantasmita, parecía nula. Él, en la cama con Nicolás. Yo, sola en mi cama. Ante un ruido fuerte, me levanté y me acosté a su lado, sin segundas intenciones, simplemente no soportaba el terror que me daba el saber que en mi casa hay algo o alguien que no vive pero que puede golpear o correr cosas de su lugar. Él me abrazó fuerte diciéndome que no pasaba nada, aunque él estaba mucho más asustado que yo. Y en ese abrazo, boca va, boca viene, y me encuentro en un beso. Me paralicé, sin saber si corresponderle el beso o empujarlo y meterle un buen golpe por desubicado. Por dentro grité YO SABÍA, no me equivoqué, estaba interesado en mí. Y de golpe me di cuenta que yo también estaba interesada en él, porque no sentía enojo porque su boca estaba pegada a la mía, más bien me gustaba. Así fue como empezó la gran controversia: quedarse con el bueno o quedarse con el malo.
El chico bueno: Estuvo conmigo ocho meses, me acompaña siempre, me ama. Me aburre, me da miedo amarlo, nada es igual porque lo dejé.
El chico malo: Estuvo ahí cuando lo necesité, me hace reír, con él la paso bien. Le gustan todas, es mi hermanastro, no se puede tener algo serio con él a menos que me banque que esté con otras.
Una chica normal, ¿qué elige? Obviamente, el chico bueno. Yo, ¿qué elijo? El chico malo. A veces pienso muy seriamente en hacerme un exámen de salud mental.
Desde que estoy con él sin lamentar la ruptura con mi ex, todo es una locura. Hasta hace unas semanas no sentía nada por él, no lo extrañaba ni pensaba en él a menos que lo tuviera al lado, porque habíamos acordado ser amigos con derechos y ya, nada de sentimientos de por medio. Pero ninguno de los dos ya respeta eso, y se nos está yendo de las manos. Empezó con celos de mi mejor amigo por parte de él, y siguió con celos míos por su ex. Después un te quiero, un te quiero mucho, se nos escapó un te amo y acá llegamos. Es todo bastante raro, siento como si estuviera al borde de un abismo con el deseo de saltar y que pase lo que tenga que pasar. No me importa más nada, hasta que pienso... ¿Amor? NO POR FAVOR, ¡cualquier cosa menos eso! No quiero amar más, quiero vivir la vida y ya, y todo esto que pasó lo hice por una carita linda y un par de chamuyos tiernos que sé que no son verdad y él también, pero son un lindo detalle. Nunca lo hice con intenciones de terminar así, queriéndolo de más o estando en algo serio con él, es decir, ¿para qué tanto lío en dejar a mi ex? ¿Para terminar en donde empecé solo que esta vez con engaños y sufrimientos? Ah no, paso, esta vez no. Por ahora, solo eso, ya veremos cómo sigue todo. Aunque, al final de todo esto, tengo que gritar a los cuatro vientos: NO ME ARREPIENTO DE NAAADAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!

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